LA AGENDA DE MADRE, 1965. Volumen 6 

(496 páginas) 
 

    “Todo un mundo comienza a abrirse”

      Es el año en el que Madre llega a la “mente de las células”, pura, bajo el viejo revestimiento genético que parece estar empeñado en hacer de nosotros unos seres dotados de muerte para siempre: “Hay ahí una potencia acumulada… como si por fin hubiera atrapado el hilo de la solución”. Otro poder de consciencia en la materia, que deshará el viejo programa: “Una especie de memoria que no será ya la del envejecimiento, la de la enfermedad, la de la muerte, la de la gravedad y la de todo nuestro mundo real”.

      Y simultáneamente, en este nivel celular, libre de las viejas leyes, Madre descubre “dos mundos, el uno en el otro: un mundo de Verdad y un mundo de Mentira, y este mundo de Verdad es FÍSICO, no está en las alturas: es MATERIAL. Y es esto lo que debe venir a un primer plano y ocupar el sitio del otro. El verdadero ser físico”. Es lo que Madre llamaba “la transferencia de poder”.

      Bien pudiera ser que una maravillosa libertad física se oculte en nuestras células, mientras nosotros seguimos buscando aquí fuera panaceas ilusorias: “Si al menos un pequeñísimo agregado de células pudiera lograr tener la experiencia total hasta alcanzar la meta de la transformación, sería más eficaz que las mayores revoluciones. Pero es muy difícil… ¡Hay que vencer a la muerte! Que deje de existir la muerte, está clarísimo”.

            ¿Acaso la Tierra entera no está viviendo ya esta “transferencia de poder”, como un día pasó del reino mineral al reino animal? “Todo se nos está escapando, ya no hay puntos de apoyo, es el paso al movimiento nuevo… Y esto, para el viejo, supone siempre una peligrosa ruptura de equilibrio”.